lunes, 29 de noviembre de 2010

ciudad plateada

Me gusta ese momento de la mañana, cuando voy caminando por la ciudad a las siete y media de camino al trabajo, y de repente las farolas se apagan. Entonces, la luz es plateada, porque aunque la luna ya se ha acostado, el sol, perezoso, remolonea antes de levantarse. Está oscuro, pero se ve.
Y, hasta que termina de salir, son unos minutos en los que la ciudad parece menos fría, menos artificial.



¿De verdad son necesarias tantísimas farolas? ¿Cada quince metros? En Murcia hay más farolas que sentimientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario