domingo, 29 de abril de 2012

mi verdadera vocación

"¡A ver que pasa con todo! ¡Qué lio! A veces busco respuestas. Ese manojo de estrellas y de ozono en un revoltijo. 
Ozono, Rubén Pozo"

Infelices por vocación. 
No me dan pena, podrían ser felices y no lo son porque están acojonados. Personas que cometen un error, lo saben, les muerde haberlo cometido... pero jamás lo reconocerán al mundo. Persistirán en él. Sonreirán en él. Se mantendrán clavados en el mismo error, e insistirán que es eso lo que quieren hacer, que es esa persona con la que quieren estar, que es ese el sueño que quieren conseguir, que son esos los amigos que quieren tener. 
Y se engañan. A ellos solamente. 
Los demás olemos la infelicidad. Porque las sonrisas de mentira no brillan como las de verdad. Porque las palabras estudiadamente felices, no suenan felices.

Yo me equivoqué hace años. Y me mantuve demasiado en un error sin sentido. 
Pero nunca más. Ahora tengo fuerza para salir dando un portazo, para no volver.
Porque ahora mi vocación es ser feliz.

jueves, 26 de abril de 2012

Palabras regaladas



Hace varios años, un amigo al que también le gusta ‘arrejuntar’ palabras, me envió un poema suyo titulado ‘Ejercicio de tristeza y melancolía’. Este título me gustó, y fue una frase que usé, cambiando el contexto, en uno de mis relatos, unas tintas que aún están a medias… Cuando le envié mi relato (apenas unos cinco folios inconclusos), me dijo que le había gustado el uso que había dado al título de su poema, y que me iba a decir otra frase para que la usase cuando lo creyese conveniente porque, según él, yo le daría mejor uso a sus palabras. Me dijo: ‘la literatura es una puta, le vale cualquier cosa’. Y me insistió: recuérdala, y algún día ¡úsala!

Aquí estoy, años después, bloqueada ante el ordenador, que si hiciera honor a su nombre, debería ayudarme a ‘ordenar’ las cosas que tengo en la cabeza, canalizarlas hasta la pantalla, pero no. Hoy pretendía hablar de un tema que me ha tocado de cerca en varias ocasiones: la renuncia de una madre a su hijo para darlo en adopción. Quería romper una flecha a favor de estas madres, acercarles ellas, al dolor de dar tu sangre, a las motivaciones que tienen, a las oportunidades de las que carecen, al vacío que les queda y no consiguen llenar.

Me enciende el desprecio en la gente cuando oyen que una madre ha dado a su hijo en adopción. Ese arrugar de nariz, esa superioridad, ese ‘yo nunca lo haría’. Y a todas esas personas les diría que no juzguen sin conocer, que no etiqueten si no tienen ni puta idea de lo que significa en algunas culturas para una mujer soltera quedarse con su hijo. O mujeres sin más posibilidad que darlo, pues igualmente se lo van a quitar por no poder atenderlo. Cada persona, merecemos respeto por el hecho de serlo, más allá de nuestros actos, que a veces nos ensalzan, y otras nos condenan.

Pero quiero decir tantas cosas, y tan en caliente como estoy esta tarde con el tema, que he recordado la frase que me dijo mi amigo, eso de que la literatura es una puta, pues le vale cualquier cosa. Pues no, siento decirles, que para mí no vale cualquier cosa. A mí me cuesta escribir sobre cosas que me han tocado el corazón, al menos cuando están muy recientes. Y lo siento, pero temo no haber dado un buen uso a la frase que me regalaste, mi querido Fran Past.