'y tocarte para ver si eres de verdad...'
Perdona si te llamo amor, Federico Moccia
Un pueblo tiene de todo: Ese bar que fue el primero donde tomaste un mojito. Aquel otro donde quedaste por primera vez para tomar un café con 'él'. Otro en el que juraste no entrar nunca, por principios que se han mantenido firmes a lo largo los años. El otro bar, más nocturno, donde creíste encontrar el amor, y tiempo después te diste cuenta de que creíste que era amor por efecto del cubo de quintos, pero pasado el efecto resultó ser una pérdida de tiempo.
Pero hay más cosas, además de bares, en un pueblo.
Hay calles que te traen buenos recuerdos. Calles con casas donde has pasado buenos momentos. En cambio hay otras calles que evitas, no te gusta pasar por ahí con el coche, total ahí nunca se puede aparcar. Ni andando, calles que (crees) no te llevarán a ningún sitio.
En un pueblo hay tiendas. Tiendas donde has entrado mil veces a comprar regalos, pero nunca nada para tí. Tiendas de ropa en las que por más que entres, es difícil encontrar algo barato. Tiendas de chinos, donde hay de todo y si no hay es porque no existe. Librerías, donde te comprarías todos los bolis chulos de colores que ves, aunque ya ni siquiera estés estudiando y no te sirvan para nada. Estancos, que, pese a no fumar... ¡huelen tan bien!
En un pueblo también hay parques. Parques en los que todos hemos estado, pese a no tener hermanos pequeños que llevar, ni perro que pasear. Parques sin ancianos ni palomas.
En un pueblo en que el has vivido desde pequeño, hay recuerdos. Recuerdos que te roban sonrisas, recuerdos que te la tuercen. Hay sueños, flotando en el aire, sueños de personas que no conoces pero sabes que sueñan, por cómo caminan por la calle, porque corren a todos sitios, con todo por hacer, sin tiempo que dejar pasar... Hay melancolía: las calles han cambiado, las fachadas... ahora no eres tú el que va al colegio, o al instituto. Ahora tú eres el que trabaja.
En un pueblo hay personas. Personas que te alegras de ver tras muchos meses. Otras que evitas saludar, porque no quieres perder ni un minuto hablando del tiempo. Personas a las que no te alegras de ver, pero tampoco importa verlas. Otras que ni siquiera sabes que están ahí, pese a habértelas cruzado decenas de veces.
Y luego, personas como tú. Que hacen que me pregunte ¿cómo, viviendo en un pueblo, no nos conocimos antes?
Giré y giré sin ir a ningún lado hasta que te conocí.
Ya sabes, llévame a ver salir el sol desde todos los portales de la luna...
No hay comentarios:
Publicar un comentario