“Ser o no ser, esa es la cuestión” Shakespeare.
Gerardo C. Saura
Ahora no ‘‘estoy’’ simplemente aquí delante de un folio en blanco escribiendo líneas porque no tenga nada mejor que hacer, (siempre hay algo mejor que hacer, pero “lo mejor” es tan superlativo que siempre cabe la duda de si es así o no). No ‘estoy’ porque ahora, hoy, puedo sentir que ‘soy’, (no sé muy bien el qué, pero ‘soy’), y eso es mucho más de lo que podía decir hace unos meses cuando tan sólo sentía que ‘estaba’ aquí.
‘Estamos’ aquí de paso y ya que ‘estamos’, de paso, ¿por qué no conseguir ‘ser’ algo o alguien para alguien?; ¿por qué no luchar un poquito por eso?
Una madrugada, en una de esas conversaciones, que merece la penar mantener, con una de esas personas, que merece la pena conservar, comenzamos a discutir la dualidad del “ser” y el “estar”, (paranoias maquinales de dos avezados amigos que echan demasiado de menos el carmín y la seda y quizás demasiado de más el centeno y la Coca-Cola).
Sea como fuere eran las seis de la madrugada y allí ‘estábamos’ los dos, contándonos cosas, experiencias que quizás en otras circunstancias no nos atreveríamos. Fue entonces cuando surgió una pregunta tan abstracta como ambigua:
- ¿Tú ‘eres’ feliz?
- No lo sé. Yo sólo te puedo decir que hoy ‘estoy’ feliz. La gente siempre está ocupada: haciendo horas extras, cuidando a los hijos, al marido, a la mujer, la carrera profesional, el título, qué hacer mañana, que hay que comprar, qué hay que tener para no sentirse inferior, etc.
- ¿Pero qué te hace feliz?
- Tengo de todo lo que una persona puede soñar: familia, casa, trabajo, salud.
- ¿Eso es todo en la vida?
- Supongo que eso es todo en la vida.
- Entonces, el sentido de la vida es el trabajo, que se acabará algún día, la familia, los hijos que crecerán y te dejarán, la mujer o el marido que se convertirán, en el mejor de los casos, más en amigos que en verdaderos amantes apasionados. ¿Qué haremos cuando eso suceda?
- No lo sé. Supongo que entonces lo menos erróneo será decir que hoy ‘estoy’ feliz.
- ¿Por qué?
- Porque hoy ‘soy’ alguien para alguien y eso es muy reconfortante.
- Enhorabuena. Eso que dices es muy complicado. La mayoría de veces la gente ni se entera de que ‘estás’ ahí, cuanto menos que ‘eres’ para ella. A veces, debemos conformarnos con existir para la otra persona. [risas].
- No, enserio, yo creo que la felicidad es la ausencia de miedos. Y hoy no tengo miedo.
- Entonces yo nunca ‘seré’ feliz porque a mí lo que más miedo me da es la soledad y la vejez.
- Nadie es tan valiente como para ‘ser’ feliz toda la vida. La felicidad se debería de medir a corto plazo. Deberíamos ser felices día a día. Nos complicamos demasiado la vida con necesidades y miedos innecesarios. Carpe Diem. Y mañana ya veremos lo que nos depara el nuevo día...
Y así continuamos filosofando durante casi una hora sobre el sentido de la verdadera felicidad; sobre si verdaderamente ‘somos’ o ‘estamos’ felices. Al final llegamos a la conclusión de que quizás la cuestión no sea tanto ser o no ser, sino más bien ser o estar; quizás la cuestión sea ser o saber ser..., ¿quién sabe?
Siempre me han gustado este tipo de conversaciones. Intentar entender el mundo y nuestro interior a través de las palabras es una batalla infructuosa, pero no por ello hay que dejar de cuestionarlo todo.
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