Hace casi un año viví un fin de semana de esos para olvidar, -pero que tristemente se repetirá-: falleció una de esas personas a la cual no veía hace tiempo, -por distintos motivos la vida nos aleja-, pero a la que quería por muchos recuerdos y pequeños momentos.
Cuando fui a abrazar a su viuda vacilé unos segundos si mirar o no la imagen del fallecido. Decidí no hacerlo, preferí quedarme con aquellos momentos y aquellas imágenes vividas años atrás. Esos momentos en los que almorzábamos todos los sábados. Una hora semanal en la que compartíamos bromas, viejas historias, -que casi siempre eran las mismas-, “consejos de padre”, -que nunca llegaron de otros labios-, y demás tonterías que merece la pena no olvidar.
Dado que la vida, -que estemos usted y yo aquí comunicándonos-, es poco más que una ‘carambola’, parece lógico pensar, después de todo, que lo único racional de la vida es su desenlace: la muerte.
Pero la muerte nunca es racional, al igual que usted y yo tampoco lo somos,
-afortunadamente-. Y no lo somos porque hay algo en nuestro interior del tamaño de un puño que es el causante de regar todo nuestro cuerpo de sentimientos. Los responsables de mantenernos vivos. Así que, eso de que el hombre es un animal racional no me lo creo. Por lo menos a mí nadie me ha enseñado a superar un desamor, a enfrentarme a la muerte de un familiar. No se nos enseña a estar y a desaparecer. No me parece justo. No estoy de acuerdo. Jamás lo estaré.
P. D: Si ustedes son seres racionales les compadezco.
A mi tampoco me parece justo. Pero somos unos ilusos por creer aún en la justicia.
ResponderEliminarEsas heridas (ausencias) nunca desaparecen, pero llega un momento en el que no duelen, sólo pican.
Yo soy un iluso escocido porque son tantas las heridas y me pican tanto que me paso la vida escocido.
ResponderEliminarGracias por comentar